martes, 31 de mayo de 2016

Me apetece un vino

Copa de Vino Bar con WifiHace mucho tiempo que superé aquello de tener que ir o tener que estar con alguien todo el rato, especialmente en un bar. Siempre se hace el chistecito de las dos chicas que van juntas al baño del local. O esa gente que es incapaz de entrar en un bar si no es con alguien, por miedo a que piensen que está colgado. Desprenderse de todos esos condicionamientos te proporciona una libertad que te hace sentir poderosa.
A mí, a veces, me apetece un vino. Estás hasta las pelotas del jefe, de fulano, de mengano o de zutano, con los nervios retorcidos. Entonces me voy a la taberna o al bar que me apetezca, haya quedado con alguien o no, y me pido un vino. Me gusta olerlo, ver las distintas tonalidades que presenta, aventurar sobre su procedencia, y sobre todo, probarlo y calificarlo. Es de lo más relajante. Conviene, eso sí que te pongan una buena tapa, para que haga base en el estómago.
Ir sola a tomarse algo es de lo más recomendable, una gran oportunidad para analizar el género humano. Si es de día, el camarero y alguno de los parroquianos te mirará, intentando clasificarte. Suelo preguntar qué vinos tienen, y cuanto tiempo lleva abierta la botella, porque el vino es como las flores, se estropea enseguida. En ese momento eres ya la señorita especialita. Una vez que te han servido, ya puedes sacar el periódico, o el libro. Recuerdo un día que se me acercó un tío embobado: "¡Está en inglés!", me espetó, porque se había quedado mirando la portada del libro que llevaba"Yo nunca he sido capaz, sólo leo en español". Ese día me tuve que ir, porque se puso un poco pesado, y además no me gustaba. No me importó porque ya llevaba un rato allí.
Se le había ido un poco la mano con las rondas, la verdad. Se me quedó mirando como si fuera Atenea la diosa de la sabiduría.
Por supuesto, también saco el móvil, ese gran amigo con tantas las cosas que te gustan, pues a veces me da por buscar información en Google mientras leo. Por eso sólo voy a sitios que tengan WiFi. Cuando no tienes periódico o libro, es estupendo poder mirar noticias y tus redes sociales. De todas formas, si no tienes una gran disciplina para regular la inmediatez de tus contestaciones, es mejor ir con cuidado, especialmente en Twitter. 
Cuando ya te has relajado de verdad y vas por el segundo o tercero, llega el momento de demostrar que eres una profesional, no un hooligan, niñato o advenedizo, como los del vídeo de abajo. Es ese instante en el que se te ha calentado el pico y te beberías el bar entero, pero, con gran dignidad y aplomo te vas, tranquilamente. Profesionalidad ante todo.


Que te llamas... ¿cómo?

Miki escritora del diarioHola, soy Miki, y este es mi diario. Bueno, en realidad me llamo Micaela. Sí, ya se que no es un nombre muy común. Mi padre quiso tener un chico y llamarle Miguel, como el poderoso arcángel que venció al demonio. Pero vine yo, y en vez de Miguela, menos mal, me plantó Micaela. Decía que me infundiría carácter, y guerrera sí que soy. Sin embargo desde pequeña, todo el mundo me llama Miki.


Me pasé toda mi vida escolar explicando que no me llamo Miki por el ratón Mickey, al cual detesto. Y todavía sigo haciéndolo de vez en cuando, cuando la gente me pregunta, “Que te llamas…¿cómo?”. He de decir que a muchos le resulta exótico y me ha servido como excusa para ligar de vez en cuando. Algo bueno tenía que tener, ¿no?. Llega un momento de tu vida que aceptas tu nombre y a quien te lo ha dado. Y en ese momento te aceptas a ti mismo. Sí, a ti mismo, no a ti misma. Me gusta usar el genero masculino como neutro. Aunque dudo que los chicos se coman tanto el tarro.

He creado este rincón a modo de diario, en el que poder contar lo que me apetece, amparada en la privacidad de lo absolutamente público que es internet. Aunque parezca contradictorio no lo es. Y sé que el algoritmo de Google me está observando, valorando y clasificando. Pobrecito.


Nos vemos pronto,


Miki Blue