Desde hace algún tiempo vengo
notando que tengo memoria de pez. Todo se me olvida. Es cierto, no recuerdo
películas y libros que leí hace años. Pero hoy he descubierto una gran ventaja:
volver sobre ellos es como si te adentraras en la historia por vez primera. Y
es estupendo. Olvidar es bueno, porque el tiempo nos cambia, y las sensaciones
y reflexiones que te producen son distintas. Emocionarse otra vez. ¡Maravilloso!.
Acabo
de ver "La princesa Mononoke" .La vi
en su día con mi primer novio, allá por el Pleistoceno (¿veis cómo olvidar es
bueno? -risas-). Y recuerdo que me gustó. Sin embargo ahora me ha
encantado. Nada más empezar, con sus bellos parajes y colores, la tribu de la
que procede el protagonista, Ashitaka, encendió una chispa en algún lugar de mi
cerebro. Recuerdo unos libros que se llamaban “Dime por qué, dime qué es, dime
dónde está”, que hablaban de los aínos, los pobladores originarios de
Japón.
Decían que no eran asiáticos, sino de origen caucásico, y me puse a buscar
como una loca en internet para ver si estaba en lo cierto. Ahora los llaman
Aínu, quedan muy pocos, y están muy mezclados con la población mayoritaria.
Pero coincide con lo que yo sospechaba. Sus indumentarias eran parecidas a
otras etnias de tipo paleolítico, el animismo como religión y el modo de vida similar
al de la última glaciación. Para que os hagáis una idea, es el mismo rollo de
la tribu de la peli "Hermano Oso" de Disney.
Cuando el humano deja de ser
paleolítico y se convierte en moderno, neolítico, o sea, agricultor, ganadero y
metalúrgico, el choque de culturas es brutal y el impacto medioambiental
despiadado. Y todo ello produce violencia. La violencia drama y resentimiento.
Y eso te lleva al lado oscuro. Pero ¡eh!, no cambiemos de peli, ¿vale? (risas)
He de confesar que me ha dejado
con un poco de desasosiego, pues transmite a la perfección la naturaleza del
ser humano, capaz de cosas buenas, pero por lo general bastante despiadado y
destructor. Pero esa ambivalencia de luz y sombra, de ying y yang, también la
tiene la Naturaleza, que conste. Que todo te lo da y todo te lo quita si le
apetece, con un buen tsunami o cualquier otro evento aniquilador. A ver si
vamos a pensar que el hombre tornó de recolector a productor por capricho. El
asunto está en llegar a un equilibrio y que todo pueda convivir. Esa sería la
moraleja de la película, creo. La historia te transporta. La dirección de arte
te deja sin aliento, al menos a mí, aunque pueda parecer antigua para los
amantes del anime actual. También es dura a veces, pero muy bien traído, y nada
comparado con las orgías carniceras que hay ahora.
No
hace falta filosofar como yo para disfrutarla, que conste. Hay una heroína
genial, que es la princesa. Fuerte e indómita. Y esos espíritus del bosque
típicos de Japón, kodamas, tan monos, con carita de
fantasma. Son tan bonicos que me los llevaba a mi casa, aunque a alguna gente
le dan miedo o mal rollo.
Me agrada el hecho de que haya
muchos personajes femeninos fuertes e importantes, como Lady Eboshi o la Diosa Loba
de nombre Moro. Mola. Un placer. Olvidar es bueno, pero en adelante la voy a
recordar, creedme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario