lunes, 12 de septiembre de 2016

Septiembre

Septiembre siempre ha tenido fama de melancólico.
Quizá sea el cambio de estación en esos países que sólo ven el sol durante la época de estío, y luego les aguarda una sucesión de meses grises y lluviosos. 

enfrentarse a septiembre


O por ser el final del verano, en el que vivimos aventuras imposibles de reproducir después. Pero no comparto la filosofía del wake me up when september ends. Nada que ver conmigo. Aunque te duermas, las cosas no van a desaparecer, hay que enfrentarse a ellas.


Sin embargo, hoy, septiembre, justo el día que anuncia un cambio brusco de temperaturas, que el aire huele a humedad y que ¡al fin! va a llover (odio el sol, este país es un secarral), he sentido “algo” parecido al mirar el armario.

Y me he dado cuenta de que quiero tirarlo todo.

Lo que vamos guardando año tras año, ropa, trastos y mierdas varias, siempre está conectado a emociones y recuerdos. De hecho es la base del “trastorno por acumulación”, que no es lo mismo que el síndrome de Diógenes.



Hay ropa de cuando estaba gorda, de cuando estaba flaca, de cuando vestía de colorines y escribía cuentos, clásica de trabajar en bufete de abogados, urbana de diseñador, gótica, de señora, de chica, de deporte, barata, cara, elástica, coraza, para tapar, para mostrar, para salir, para estar en casa. Agotador.

Desde luego, si el atuendo habla de ti, yo no sé quién soy. Tal vez la chica de ningún lado.

Quiero tirarlo todo, renovar el armario y olvidar. Creo que lo puedo conseguir.

gane a septiembre

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